El proyecto construye un paisaje onírico y sugerente donde el territorio se vuelve plástico y fluido mediante un ramillete de globos de colores que estira el césped hasta quebrar la alfombra continua.

Los globos como hito, sitúan al jardín dentro del paisaje y lo definen como un lugar que nos habla de la relación entre lo pesado y lo ligero, lo real y lo fantástico.

El tejido se moldea, se tensa y se colpasa. La pradera de césped se comporta del mismo modo cuando el aire mece con fuerza un ramillete de globos.