El proyecto nace de la intención de dotar al jardín de diversos ambientes singulares y a la vez conectados entre sí, dando como resultado un proyecto global.

En este sentido el jardín se descubre a través de tres elementos:

1. La pradera de césped como alfombra continua que define, moldea y delimita el paisaje útil.

2. El cerramiento vegetal cambiante a lo largo del perímetro de la finca y que se adapta a la climatología del lugar

1. El cordón paisajístico a modo de camino de gravilla que recorre el jardín en sus límites creando una membrana vegetal que enfatiza la profundidad y los matices del jardín.

Además de esto, el proyecto se plantea adaptable a diversas fases de ejecución, permitiendo adquirir con el paso de cierto tiempo, una continuidad global y estética.

Se ha hecho especial hincapié en el uso de un reducido número de especies con el fin de no saturar de color y texturas al jardín, y de este modo conseguir en el paisaje un cierto grado de refinamiento, propio de la arquitectura que lo acompaña. Todas estas especies están adaptadas al clima mediterráneo y a las extremas condiciones climáticas de helada invernal y veranos secos propios de Madrid.

Premisas.

La primera premisa que se define es el trabajar con el terreno como un lienzo con historia, reutilizando las encinas actuales y limpiando las copas de los pinos existentes.

La segunda premisa es diseñar el jardín haciendo uso de la simetría como herramienta compositiva, muy presente en la arquitectura de la vivienda.

Este jardín contiene:

Pittosporum tobira ‘Nana’, Lantana camara, Olea europaea L, Pinus pinea L, Pinus halepensis, Cupressus sempervirens, Gaura lindheimeri, Rosmarinus officinalis ‘Prostratus’, Hedera helix mini, Laurus nobilis, Cercis siliquastrum