Construir un paisaje siempre es complicado, más aun, cuando tal paisaje no debe apreciarse artificial.

El proyecto se sitúa al norte de Madrid y nace de dos premisas: mantener las encinas del lugar por un lado, e incorporar el paisaje de dehesa en el jardín por otro. El fin último es crear un espacio continuo entre campo y vivienda. Para ello se plantea un jardín de transición, con tres espacios distintos.

1. Un jardín construido, de especies ornamentales donde sobresalen bulbos (Agapanthus africanus y Agapanthus peter pan, Muscari, Dalia, etc), macizos de Pittosporum tobira nana, la pradera de césped y el madroño recortado. Además se utilizan especies de porte escultórico tales como el ciprés italiano

(Cupressus sempervirens), granados recuperados del propio jardín, pies de parra (Vitis spp.), un olivo cordobés ya existente en el jardín y que se trasplanta para darle valor, y para terminar un grupo de encinas.

2. Un espacio de transición entre el jardín ornamental y el paisaje de dehesa, configurado a base de franjas de planta de monte mediterráneo recortado (Madroño, Boj, Laurel, Hiedra) y ciertos arbustos ejemplares como el ciprés estricta, el acebo o la Lagerstroemia.

3. Un jardín de monte establecido a base de lentisco, gaura, salvia, jaras y masas de encina joven, donde se plantan encinas recuperadas en los espacios para proteger de vistas indiscretas y se redistribuye el huerto para dotar de verdadero interés la zona norte del jardín.

 

Este jardín contiene:

Pittosporum tobira ‘Nana’, Lantana camara, Phoenix dactylifera, Strelitzia augusta, Strelitzia regina, Olea europaea L, Pinus pinea L, Pinus halepensis Mill, Cupressus sempervirens, Gaura lindheimeri, Rosmarinus officinalis ‘Prostratus’, Polygala myrtifolia, Ficus repens, Hedera helix mini, Laurus nobilis.