El proyecto retoma la esencia del jardín monacal, para configurar un lugar de esparcimiento, trasformando esta pacerla en aparente decadencia en un jardín de corte clasicista propio del convento en el que se ubica y de la ciudad a la que pertenece.
Para ello se incorporan tres elementos propios de todo jardín clasicista:
- El agua por medio de una alberca y una fuente;
- La estructura gracias a los setos recortados de planta perenne como el boj y el mirto.
- La sombra gracias a una pérgola mirador y un cenador. Este último además sirve de recuerdo al cenador que tiempo atrás ocupó el mismo lugar dentro del huerto.
En este sentido las líneas maestras del proyecto son las siguientes:
- El respeto a la topografía existente y límites de parcela.
- Reposición de cipreses, higueras y demás elementos ejemplares que configurasen el jardín tiempo atrás.
- Incorporación de elementos de sombra, tipo pérgola y cenador.
- Instalación de una alberca de poca profundidad sobre el terreno para el refresco.
- El uso de materiales blandos (pradera de césped, jabre, tapizantes) para la pavimentación en la actual zona de huerto.
- Revalorizar el enclave y sus vistas respetando en todo momento el contexto en el que se ubica.
Este jardín contiene:
Pittosporum tobira ‘Nana’, Lantana camara, Phoenix dactylifera, Strelitzia augusta, Strelitzia regina, Olea europaea L, Pinus pinea L, Pinus halepensis Mill, Cupressus sempervirens, Gaura lindheimeri, Rosmarinus officinalis ‘Prostratus’, Polygala myrtifolia, Ficus repens, Hedera helix mini, Laurus nobilis.